Un hombre sin alma
no es humano,
es engendro inmerecedor
de su don dado.
Asqueroso,
desagradecido,
tirando por tierra
el regalo recibido.
Pero es anciano
y no encuentra bastón
en su arrugada mano.
Tropieza y cae,
no se puede levantar,
no tiene fuerzas
ni para suplicar.
Triste y torpe
se arrastra.
Me repugna,
me desagrada.
Maldita visión
de pesadillas recurrente.
Me atormenta,
me repele.
Indeseable anciano
pobre desgraciado,
solo con una mano
a su lado
y de su mismo brazo.
J.M.González
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