Un agujero en el asfalto
donde el ruido se atenúa,
un cercado espacio
donde las tórtolas ululan.
El hombre es extranjero
en estos parajes.
Sus prisas, su deshumanización
son despreciados visitantes.
No obstante, la amenaza sigue vigente.
Por mucho que te evadas,
la dragones rugen,
los caballeros discuten.
Adiós al nirvana.
Un pedazo inmóvil en lo acelerado,
un poco de humanidad en lo poblado.
J.M.González